UN PADRE QUE DICE ADIÓS

La maldición continua, no puedo dejar de sentir, es como si tuviera que vivir las tristezas, alegrías, frustraciones y emociones de las personas, hoy fue un día lleno de miedos, pero lo más duro, fue tener que padecer en la piel, el dolor que otra persona sentía, por ver que su pequeña vida, terminaba de contar su historia cuando apenas aprendía a hablar, sólo 32 meses bastaron para colmar de alegría, a un hombre que entregó todo de sí para verla reír, ese mismo hombre que lloró de alegría, cuando su pequeña mezcló cuatro letras para decir papá, es ese padre, que todos los días tenía una cita con ella al medio día, para compartir su alimento, y luego regalarle unos minutos de diversión, en ese viejo parque, donde en medio de columpios y deslizadores, le regalaba unas sonrisas, las cuales le daban las fuerzas necesarias, para volver al trabajo y terminar su jornada, con la esperanza de regresar en la noche, y volver a ver esos ojos, tiernos y llenos de dulzura, capaces de acabar con el cansancio y los problemas, de una vida llena de afanes. Hoy ese hombre que es padre, dejaba en su piel el llanto de un sufrimiento, por tener que abandonar en una caja llena de polvo, su pequeña en edad, pero grande en amor, sentía como su hígado se arrugaba, es inimaginable el ardor que se siente, cuando las lágrimas sólo fluyen, y ver que por más que se derramen, el dolor es tan fuerte, que vuelve al ser humano más duro, en el alma más frágil e impotente, es ese momento donde los pensamientos invaden la mente, y se convierten en un sólo deseo, el deseo de ir tras ella, es la incertidumbre de sentir que aún necesita ser cuidada, el amor existe, cuando una se da cuenta, que es capaz de dejar ir, a esa personita que siendo parte de uno, ya no puede ser abrazada. En homenaje a un ser limpio, en homenaje a Isabella Rodriguez Sepulveda, ahora eres más grande que todos, y desde donde estés no dejaras de amar a quien con amor te trajo a la tierra.