Subí despacio los escalones hasta llegar a su habitación, estaba allí mirando su rostro reflejarse en el espejo, era tan dulce ese momento, que podía olerla desde la entrada de su puerta, con una voz suave pedí que me dejara entrar, ella con asombro me miró y luego dijo: sigue estás en tu casa, Me acerqué a ella lleno de deseos por besarla, es cierto tenía mis hombros cansados por la labor de ese día, pero estaba seguro que no iba a evitar sentir el placer de saborear sus labios, mi respiración se aceleraba a cada centímetro que me acercaba, no podía creerlo, mi premio estaba a un respiro de mis labios, tomé suavemente su cara con mis manos y la besé, la besé con tantas ganas que la ropa no demoró en caerse de nuestros cuerpos, acaricié todo su cuerpo como si fuera la última vez que lo hacía, luego había llegado el momento de entrar en ella, siempre creí que no debía hacerlo, sin embargo ese día sentía que iba empezar a escribirse la historia, nuestra historia y eso me permitía estar tranquilo, la tranquilidad que necesitaba para poder recibirla y saber que no la iba a perder. Con cada letra que conforma cada palabra, con cada espacio entre palabras, con cada signo de puntuación, te quiero.