Escuchando

La lluvia permitió que el silencio invadiera el espacio, en ese espacio el calor de esa mujer azul acompañó el solitario cuerpo de aquel hombre que ama en silencio. Le dedicó cada gota que golpeaba el duro asfalto, trataba sin descanso de dibujar su rostro en el charco que fastidiosamente se acercaba a él, es inevitable, su piel está en cada línea de su cuerpo, por eso en ocasiones se puede ver como se abraza a sí mismo, sólo para sentirla más cerca, a veces, cree sentir sus ojos en su espalda desnuda mirandolo detenidamente y se le comienza a erizar la piel, la sangre empieza a subir de temperatura, sus labios tiemblan de deseo, el mismo deseo que lleva encerrado por un muy buen tiempo, si supiera cuanto tiempo la ha esperado, se mordería los labios hasta querer desgarrarlos y es que su pasión crece con el aire, con la luz, con la oscuridad, con lo que se ve y con lo que está oculto. Él, sigue hablandole en las noches, siempre antes de dormir y cada vez que en su mente inconciente se la encuentra, aún no se explica como puede aguantar tantas verdades juntas sin pronunciar palabra quizás, no quiere arriesgarse y saltar a ese charco que tanto repudia, se limita a quedarse en la orilla y desde allí mirar esos ojos negros que tanto lo enloquecen. El tiempo seguirá pasando, a veces lento otras muy rápido y aunque el final no se pueda escribir, su historia será la mejor de la historia.