Juntando historias

Secreto, es ese silencio por escaces de palabras el que en mi mente ronda las mañanas soleadas y de días lluviosos, el mismo que me recuerda todas las noches que no podemos mencionarlo en público, es ese secreto inundado de miedos, miedos temerosos con frases de sabores, con aromas deliciosos pero que sólo yo puedo percibir, es ese secreto que la luz le teme por no poder divulgarlo, es esa emoción reservada que siento al pensar en los días que pude, que puedo o que podría gritarlo y de una vez terminar con el nudo doble de cordones sencillos. Mi secreto perdió la libertad por estar buscando en las esquinas de la razón, las melodías de una cuerda vocal que se desmoronó con la última bocanada de humo que de sus labios brotó. Mi secreto comenzó en amarillo, luego pasó a rojo, se quedó un tiempo en azul y ahora está combinando de forma aleatoria los colores del arco iris; mi secreto acabó con el abecedario y ahora no existen palabras para explicarlo, hace parte de mí como mis ojos que cambian de color cuando lo pienso, mi secreto es la condena que sin juicio tengo que cumplir. Mi secreto es el pasaporte que no pudo pasar y me impide viajar por las islas de sus lineas corporales, está tan guardado que hacerlo evidente es más que imposible pero menos que difícil pero, explotarlo sería como ver la alborada un 15 de marzo. Mi secreto es mental, físico y sensorial.
En sus ojos veo reflejado el anhelo de una mirada insaciable, la mía, en sus labios rojos siento el dulce amargo por no probarlos, en su piel se encuentra el olor a vida que aun no ha sido tocada, en sus dedos está la acaricia que aun no me llega y en su cuerpo me desmorono pero, no he podido desmoranarme, en su voz están los acordes de la guitarra que aun no he aprendido a tocar aunque, la letra de esa canción ya está escrita sólo que, aun no se le he cantado, en sus cabellos están mis dedos enredados y de allí no me quiero soltar, en sus abrazos que aun recuerdo, se ajusta perfectamente mi escualido cuerpo quizás, ella no le recuerde o por olvidarlo no la ha podido sacar de su mente. Y es en su mente donde deseo entrar, desde allí organizar el camino y poder sentir la sensación de morir cada segundo y renacer en sus ojos, en sus labios, en su aroma, en sus dedos, en su voz, en sus cabellos, en su abrazo. En su vida no está la mía pero, en la mía sólo cabe ella.