Bajo la nube más fría de la noche, se encuentra una vez más la tristeza, cubierta con el manto oscuro de la soledad, los retorcijones son muy fuertes en las víceras, se puede creer que va a explotar, que va a quedar en mil pedazos regados en el universo, quizás, adheridos en las estrellas, que con su desplazamiento se alejarían unos con otros, hasta estar perdidos en las vías sin regreso, que en algún momento el destino va marcando con terquedad, envolviéndolo en un remolino de locas ideas, que conducen a la demencia de los sentidos, demostrando así, que se hará su voluntad, sin ni siquiera permitir un movimiento sutil, del más pequeño de los músculos del ser. Es allí, en ese preciso instante, que lo único claro que existe, es lo que resulta de la guerra interna, que en medio de tanta cordura, enreda la vida y la tristeza de la soledad.
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