Llueve y, sobre la lluvia, sobre las gotas de lluvia, va cada pequeño instante, donde la sonrrojada cara disfruta de sus caricias cálidas y llenas de amor, amor que quizás no se le ha negado ni un solo minuto.
Llueve, llueve sobre los deseos de mojarme con sus delicados y suaves labios, labios que extraño cada segundo, para observarlos, para besarlos, para sentir como me desmorono en lo sublime de sus apasionados besos.
Llueve y sobre la lluvia caen los mensajes que le escribo y que aun no ha leído, pero que se que hará.
No importa que tanto llueva, siempre la lluvia traerá consigo las ideas, las palabras, las sensaciones, ya que en cada gota derramada sobre la tierra, está la imagen de tu presencia que por ocasiones se hace ausente, pero que está impregnada en las pupilas dilatadas de mis ojos, cuando tu mirada inquieta se acerca hasta mí, la lluvia se hace presente para acercar los espacios, llega con su frío lleno de calor, para abrazar los brazos, las piernas, el pecho, el rostro, el cuerpo, ó el alma que se regala a diario, que te regalo, que me regalas, que engrandece lo mágico que en medio de los dos existe.
Llueve y, sobre la lluvia, estaremos secos, ansiosos, deseosos y sumergidos en ese extraño sentimiento que cada día crece, es por eso que aunque no la veamos, siempre va a llover.
En realidad no se cual me gusta más, pero este sin duda alguna me toca la piel cada vez que lo leo y aunque se que no lo escribiste para mi, imagino que me lo leas tan despacio para que llegue has dentro de mi alma. Una amiga que te quiere.
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