EL OJO QUE VE

En la mirada ausente de la voz que llama, se encuentra la esperanza de la luz que brilla, más allá de la iluminación solar, y en donde se concentra la energía, que permite que ese motor, que encrustado dentro del pecho, hace circular la fuerza necesaria, para que las piernas se muevan paso a paso, y acerque la distancia entre dos puntos. Es por ello, que hoy las manos se cierran, para convertirse en puños, y con los nudillos de los dedos, tocar esa puerta metalica, que encierra los muros, que levantados en una superficie plana, convierte el frío en una casa, esa misma casa, que en una habitación particular, motiva las pupilas de los ojos café, del hombre, que a través de un orificio, vigila los movimientos de una peke, que con su delgadez perfecta, enamora el diseño de la sonrisa, provocoda por aquella mortal. Es esa misma mortal, la que le da vida a los sueños, de una mente que vuela, en la imaginación de los cuentos fantasticos, que día a día, se escriben en el aire, con la tinta de las nubes, que pocos pueden leer, ya que no elevan la mirada, por la preocupación de tener que vivir. Son ellos, aquellos niños que con el afán de crecer, borraron de sus almas, el deseo de jugar, y se convertieron en adultos, permitiendo perder el color, de la magia de vivir como niños, y dejar de creer en los sueños. Es por eso, que no retira su ojo de aquel orificio, que en su mente inventó, para poder observar a esa bella mortal, que organiza una fiesta bajo una lluvia de mandarinas, con mariposas de colores, hormigas que hacen musica, lagartijas danzantes, y mariquitas que cantan.