OLOR A FRÍO
En una noche tan fría como esta, salgo a caminar por la selva citadina, de una ciudad que avanza, y avanza de tal manera y con tanta rapidez, que cada vez se aleja más de mi bosque, por eso debo buscar una vez más esa pradera, llena de prados verdes, ese verde que me da vida, que emociona mis pupilas, y me hace reír como loco, permitiéndome salir de ese loco que llevo dentro, y dejarlo libre para que haga locuras, esa mismas locuras que las grandes edificaciones me amarran, enloqueciendo mi locura. Salgo a disfrutar de la lluvia, que cae sobre mí, esa sensación que aún no he podido explicar, esa explicación que quizás no hay que dar, sólo disfrutarla, gozarla, vivirla, porque hacía mucho la extrañaba, camino los pasos que ya había caminado, o que sentía que ya había pasado, siento bajo mis pies, como el sonido de los charcos que voy pisando, se emocionan por ser tocados, agradezco ese sonido, me acelera las sensaciones que estoy viviendo, me hace sonreír, quiero ese vuelo natural que canta y encanta, y permitirle a mis poros oxigenarse con aire puro, quiero abrazar la tierra que se engrandece en la soledad, esa soledad que le hace bien, alejada de la mano del animal pensante, que con sus pasos fuertes e ignorantes, acaba con ella día a día, quiero sentir ese mosquito desesperante, que con un piquete se alimenta de mi sangre, quiero ver esa mariposa que se desplaza libre, a través del frío húmedo de las montañas, por eso he salido, para reecontrarme conmigo, y energizarme con la vida, desde lo natural.
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