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Quién soy?

Un apasionado a la expresión artística, a contar con palabras, gestos, sonrisas ó miradas, las sensaciones que percibo en el día a día, o lo que me producen las personas que me rodean, amo la lectura, pero sobre todo escribir, esa es mi verdadera vocación.



jueves, 8 de abril de 2010


En el afán de la vida misma, esta él, esperando que caiga el último ladrillo que falta por aflojarse, sólo que para ese se ha preparado, no quiere recibir más golpes, está cansado de aguantar y aguantar, ya quiere vivir, está regenerando los tejidos, que en batallas pasadas habían sido razgados, como cuando se quita un niño de los brazos de una madre, su oxigeno, se está normalizando, y su vida, está encontrando un nuevo camino, ¿por qué sucede?, vuelven a él aquellos enemigos que creía vencidos, se paran con fuerza, tratando de acabar con todo ese esfuerzo, que con garras había ganado, vuelven, vuelven a tratar de herir esa piel que había cicatrizado, pero esta vez, traen armas mucho más efectivas. Para su defensa, ha preparado escudos de confianza, bañados de esperanza, y cubiertos con su propia sangre, sangre que estaba oculta bajo un pañuelo empapado de alcohol, para tratar de cortar la infección provocada por armas letales, las cuales pasaron diez y veinte veces por el diminuto orificio, que en un primer instante habían causado; entonces se detiene un segundo a pensar, es ahí, donde descubre que hay una lágrima deslizándose por su ya maltratada piel, se ha dado cuenta, que es el mismo negro amor, el que está acabando con su ser, sin embargo, llegó la hora de parar, hay que limpiar el alma, y pararse de la tumba a la que lo habían arrojado, es hora de curar con besos, el corazón malvado lleno de perversa maldad, es hora de ver la hora, y permitir que el tiempo, llegue a tiempo, a la cita que aun no empieza, es por eso que hay que abrir los brazos, y abrazar el azul de los azules.

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